Todo lo que nos da nuevos conocimientos nos da la oportunidad de ser más racionales.
El arte de gobernar una nación exige el mayor cumulo de conocimientos y excelsas calidades de la inteligencia, afianzadas sobre dotes singulares de dignidad y desprendimiento.
Toda acción se realiza con vistas a un fin, y parece natural suponer que las reglas de una acción deban tomar todo su carácter y color del fin al cual se subordinan. Cuando perseguimos un propósito, parece que un conocimiento claro y preciso del propósito sería lo primeramente necesario, en vez de lo último que hubiera de esperarse.
Cuanto mayor es el conocimiento de un hombre, mayor ha de ser su fe; y cuanto más se acerca a Dios, más clara es su visión de Dios.