¡Como si el hombre, Dios mío, no fuera el mismo en todas partes y siempre, tan inferior a los animales, pero siempre superior a la idea que se hacen de él los filósofos que creen comprenderlo!
Una relación nueva y osada de palabras es el más valioso obsequio para el espíritu, es nada inferior a una estatua del efebo Antinoo o a la poderosa bóveda de un portal.