Nuestra civilización se caracteriza por la palabra progreso. El progreso es su forma, no una de sus cualidades, el progresar. Es típicamente constructiva. Su actividad estriba en construir un producto cada vez más complicado. Y aun la claridad está al servicio de este fin; no es un fin en sí. Para mí, por el contrario, la claridad, la transparencia, es un fin en sí.
La materia es impotente, inerte, pasiva, sólo el espíritu es activo, mueve a los materialistas mismos que le niegan. No hay absurdo mayor que fundar su actividad en una doctrina materialista. Es el ser el que manda a la conciencia, y no la conciencia la que manda al ser, que es, ante todo, espíritu y no materia, y ésta no depende más que de la conciencia.
Una pintura será apreciada por el movimiento que su imagen le permite a nuestra imaginación
Necesitamos un nuevo movimiento ecologista, con nuevos objetivos y nuevas organizaciones. Necesitamos más gente trabajando sobre el terreno, en el medio ambiente real, y menos gente detrás de pantallas de ordenador. Necesitamos más científicos y muchos menos abogados.
El alma humana es el campo virgen que, mediante la ocupación y el aprendizaje, se cultiva y adquiere unos hábitos que se sobreañaden a su naturaleza.
Escribir no es normal. Lo normal es leer y lo placentero es leer; incluso lo elegante es leer. Escribir es un ejercicio de masoquismo; leer a veces puede ser un ejercicio de sadismo, pero generalmente es una ocupación interesantísima.