Las tropas regulares pierden el valor cuando se encuentran ante peligros mayores que los que esperaban y superadas por el número y las armas del enemigo. Son las primeras en volver la espada. En cambio, los hombres de la milicia mueren en su puesto.
Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados