Eso es lo que no tiene igual, la noche del combate, cuando subes al cuadrilátero. Yo tengo la sensación de que me van a matar, que me van a tumbar, pero a la vez estoy lleno de fuerza y pienso que puedo ganar. Es algo inigualable.
Entre los pecados mayores que los hombres comenten, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno.