No hay hombre más desdichado que el que nunca probó la adversidad.
Si había alguien en Brasil que dudaba de que un tornero mecánico, salido de una fábrica, llegase a la Presidencia, el 2002 probó lo contrario. Y yo, que tantas veces fui criticado por no tener un diploma de nivel superior, recibo ahora mi primer diploma: el de presidente de la República de mi país. Muchas gracias.
Pero la evidencia es abrumadora. Los únicos países del mundo en los cuales las gentes de bajos ingresos han llegado a conseguir un nivel de vida medianamente decente son aquéllos que confían en mercados capitalistas.
No hay buenas armas o malas armas. Cualquier arma en la mano de una persona mala es mala. Un arma en la mano de una persona decente no representa ninguna amenaza.