Las honestas palabras nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.
La honestidad es la mejor política.
No nos hacemos mejores cuando ocultamos nuestros defectos; antes bien, nuestro valor moral aumenta con la sinceridad con que nos confesamos
Si no se aprende, la sinceridad se trueca en grosería; la valentía, en desobediencia; la constancia, en caprichoso empecinamiento; la humanidad, en estupidez; la sabiduría, en confusión; la veracidad, en ruina.