La humanidad trabaja por horror al trabajo, por un afán tenaz y esperanzado de librarse de él.
Tanto el lector como el pensador, el esperanzado y el flâneur, son todos tipos del iluminado, como lo son el que consume opio, y el soñador, y el embriagado. Y ellos son, además, los más profanos. Por no hablar de la más terrible de las drogas la más terrible, a saber, nosotros mismos, que consumimos en nuestra soledad.