En occidente tendemos a considerar que nuestra solución es superior a la de los samoanos, acostumbrados como estamos a encauzar los impulsos sexuales por sendas muy estrechas y aprobadas socialmente (...) pero con la luz que nos da contemplar las soluciones de la sociedad samoana, podemos considerar que el precio que tenemos que pagar por ello es demasiado caro.
En occidente siempre ha habido el deseo de hacer del edificio religioso, ya sea una iglesia medieval o renacentista, un eterno objeto de la celebración de Dios. El material elegido, como la piedra, ladrillo o concreto, tiene por objeto preservar eternamente lo que hay dentro.