En occidente tendemos a considerar que nuestra solución es superior a la de los samoanos, acostumbrados como estamos a encauzar los impulsos sexuales por sendas muy estrechas y aprobadas socialmente (...) pero con la luz que nos da contemplar las soluciones de la sociedad samoana, podemos considerar que el precio que tenemos que pagar por ello es demasiado caro.
Fuimos reserva espiritual de occidente para el franquismo; con el boom económico mundial, reserva de mano de obra barata para Europa; y ahora, en la democracia, reserva armada de la Otan.