Decían que la atención de un vigilante disminuía cuando estaba demasiado tiempo de servicio en el mismo lugar; su percepción de los sucesos del entorno se embotaba: se volvía perezoso, descuidado y, por lo tanto, inservible para sus tareas...
Sentía una especie de ira, de rencor, sontra esos jóvenes holgazanes que a menudo pasan por el lado, frescos y ligeros, bien saciados, vestidos correctamente y perfumados, mientras que uno, sucio, harapiento, descalzo y apestando a estiércol, se ocupaba de la paja de los terneros.
La luz del cielo baja, el Cristo nació ya, y en un nido de paja cual pajarillo está. El niño está friolento. ¡Oh noble buey, arropa con tu aliento al Niño Rey!