Es una verdad indiscutible que el conjunto del pueblo de cada país desea sinceramente su prosperidad; pero es igualmente irrefutable que no posee el discernimiento y la estabilidad necesarios para un gobierno sistemático.
La dignidad de una generación consiste en emplear su propio criterio para discernimiento de lo heredado, defendiendo, impulsando, mejorando todo lo sensato y sabio y disminuyendo, en lo posible, lo torcido y lo maligno