Y esto no es todo, amiga mía: nuestra alma, nuestro espíritu y nuestro cuerpo tienen exigencias generalmente contradictorias; creo difícil unir satisfacciones tan diversas sin envilecer a unas y sin desanimar otras, así que he disociado el amor.
Y como buen catalán que soy voy a apagar la luz que consume mucho, hasta luego y gracias.
Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.