Los obreros no alcanzan a comprender que si practicaran la solidaridad de clase, si tuvieran un solo arranque de energía, si dieran unos cuantos golpes con la piqueta y el hacha, no tardaría mucho en venir por tierra el edificio de todos los abusos y de todas las iniquidades.
¿Cómo podría la misma gente haber construido tales iglesias y haber destruido tantas de ellas en un arranque de furia ciega?