En nuestro país hay fanáticos religiosos que pretenden ante todo que la religión gobierne la vida: la filosofía, la política, la moral y la economía. Rechazan someterse al enemigo y también negociar con él. No quieren aceptar una solución pacífica, a menos que les produzca los mismos resultados que la propia victoria.
La liberación de La Fragata dista de ser un logro para enorgullecerse. Nunca debió someterse a la humillación del embargo.