La persona verdaderamente efectiva tiene la humildad y el respeto necesarios para reconocer sus propias limitaciones preceptúales y apreciar los ricos recursos que pone a su disposición la interacción con los corazones y las mentes de otros seres humanos. Esa persona valora las diferencias porque esas diferencias acrecientan su conocimiento, su comprensión de la realidad.
La falsa humildad equivale a orgullo.
La sencillez y naturalidad son el supremo y último fin de la cultura.
Si se habla de naturalidad puede decirse que existe la naturalidad vulgar y la naturalidad exquisita. La naturalidad no siempre es la expresión más usada. La naturalidad es lo que está conforme a la esencia. La costumbre no es natural, y lo mejor no es aquello que se presenta como lo primero, sino lo que debe quedar siempre.