El sentimentalismo de los ingleses es humorístico y tierno, el de los franceses, popular y llorón, el de los alemanes, ingenuo y realista.
Llega el confusionismo político y religioso. Aparecerán predicadores de religiones falsas; hablarán de Dios, mas no Dios. Serán en la autodivinidad y explotarán el ingenuo desviado que no ve lo que de niño vio. Los ministros de Cristo y sus soldados serán los únicos que predicarán la verdad. ¡Y ellos serán!
No pongáis vuestro afecto en la soberanía mortal y no os regocijéis con ella. Sois como el pájaro incauto que con plena confianza canta sobre la rama, hasta que de repente, la muerte cazadora lo derriba al polvo, y la melodía, la forma y el color desaparecen sin dejar rastro. Por tanto, tened cuidado, ¡Oh esclavos del deseo!