Ningún poder humano puede jamás violentar el sagrario impenetrable de la libertad del corazón.
Cada hombre es un misterio impenetrable en vida y en muerte.
La alternativa es inexorable: o soy viajero de las antiguas épocas, y me enfrento con un espectáculo prodigioso que me resultaría casi ininteligible o soy viajero de mi época, precipitándome en la búsqueda de una realidad desvanecida.