Cuando un hombre dice: yo soy apolítico, es como si dijera: yo soy un cretino. No digo lo mismo de un opositor que no comparte mis ideas. Pienso que es un equivocado, pero nunca pienso que es un cretino.
Hay que comparar cuidadosamente el ejército opositor con el propio para saber dónde la fuerza es superabundante y dónde deficiente.