Ahora que debo empezar una melancólica relación de una vida solitaria, de una vida tal que quizá no haya otro ejemplo en el mundo, quiero emprenderla desde el principio y continuarla con orden.
Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia. Soy la pequeña de siete hermanos y mi casa siempre estaba llena de gente. Nunca me ha faltado alguien para hablar y reflexionar al lado de un café. Las sobremesas podían empezar a las cuatro y terminar a las nueve de la noche