La verdad filosófica no es la concordancia del pensamiento con el objeto, sino la adecuada expresión del ser del propio filósofo.
Dios, que es inmanente, se compadece en su gracia del devoto y se le manifiesta en concordancia con su grado de evolución.
De la misma manera que ya ha quedado escrita respecto de las alimañas y los reptiles enemigos me parece que hay que obrar respecto de los hombres: matar al enemigo, de acuerdo con las leyes tradicionales en cualquier ordenamiento en el que la ley no lo prohíba.
La amistad es un acuerdo perfecto de los sentimientos de cosas humanas y divinas, unidas a la bondad y a una mutua ternura.