No digo una palabra: continúo mirando la carne de sus blancos cuellos, bordados de locos mechones; persigo, bajo la blusa y los frágiles atavíos, el divino dorso parejo a la curva de sus hombros.
Soy muy afortunada. Tengo un compañero. Yo siempre quise buscar a un parejo, no a una pareja; yo quería a mi parejo espiritual, mental, en ideas, en sueños; mi parejo en todos los aspectos, y lo encontré.