El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive in tristeza es feliz; luego el prudente es feliz.
El hombre prudente sólo piensa en sus dificultades cuando ello tiene algún objeto. Cuando no, piensa en otra cosa.
Es estúpido quien confiese temer la muerte no por el dolor que pueda causarle en el momento en que se presente, sino porque, pensando en ella, siente dolor: porque aquello cuya presencia no nos perturba, no es sensato que nos angustie durante su espera.
El hombre débil teme la muerte; el desgraciado la llama; el valentón la provoca y el hombre sensato la espera.