Hoy día es frecuente que se vea al votante más que nada como una blanco fácil para la manipulación de los que buscan su consentimiento para ejercer el poder.
La finalidad de Hitler era en primer lugar mover a las masas y, luego, una vez apartadas las masas de sus fidelidades y su moral tradicionales, imponerles (con el hipnotizado consentimiento de la mayoría) un nuevo orden autoritario de propia creación personal.