En el monte Sinaí, sólo fue Moisés el que subió hasta Dios; al pueblo le fue prohibido acercarse, bajo pena de muerte. Y, sin embargo, el pueblo estuvo obligado a obedecer todo lo que Moisés les declaró que era la ley de Dios.
Las mujeres son perfectamente conscientes de que cuanto más parecen obedecer las reglas, más mandan.