Es una verdad indiscutible que el conjunto del pueblo de cada país desea sinceramente su prosperidad; pero es igualmente irrefutable que no posee el discernimiento y la estabilidad necesarios para un gobierno sistemático.
Incumbe a todo hombre dotado de discernimiento y comprensión, esforzarse por llevar lo que ha sido escrito a la realidad y acción.
La historia parece demostrar con toda claridad que cuando las revoluciones van acompañadas por más que pequeñas violencias, no se logran los resultados deseables que anticipaban los que las realizaron, sino más bien, algunos o todos los resultados realmente indeseables que fluyen del empleo de la violencia.
El insomnio no es buen consejero. Lo único que permite ver con claridad son las consecuencias de la falta de sueño, y esa obviedad nulifica pensamientos y sentimientos.