Lo que tomamos por virtudes a menudo no es más que un compuesto de diversas acciones y diversos intereses que el azar o nuestro ingenio consiguen armonizar, y no es siempre el valor y la castidad lo que hace que los hombres sean valientes y que las mujeres sean castas.
Aunque el Vaticano sostenga que la castidad es el valor supremo, en cualquier caso, me parece la aberración sexual más grande