Cada vez que se sentía descorazonado se decía que lo que estaba haciendo, por muy incómodo que le resultara, era mejor que quedarse en la anterior situación, sin queso. En lugar de conformarse con que las cosas sucedieran, comenzaba a tomar el control.
Siempre me pregunto, ¿querría alguien hacer algo incómodo para ellos solo para complacerme? Y la respuesta es no.