Decían que la atención de un vigilante disminuía cuando estaba demasiado tiempo de servicio en el mismo lugar; su percepción de los sucesos del entorno se embotaba: se volvía perezoso, descuidado y, por lo tanto, inservible para sus tareas...
El sabio no es complaciente. Para él los hombres son como perros de paja destinados al sacrificio
No debemos amar a los hombres, sino a la llama que no es humana y que los hace arder. No debemos luchar por la humanidad, sino por la llama que transforma en fuego a esta paja húmeda, inquieta, ridícula, a la que llamamos Humanidad.